Antes
de nada pediros perdón por no escribir esta crónica antes, pero realmente le
había prometido a mi familia que después de la prueba les iba a dedicar todo
ese tiempo que no les había dedicado durante los días previos a la carrera, y
sobre todo los 5 o 6 meses antes de la carrera, en los cuales los pasé casi
dedicado a la preparación de dicha cita.
Esta
aventura da comienzo a finales de noviembre cuando intentando organizar las
vacaciones de 2015 me propongo ir a las islas, pues ya en octubre de ese mismo
año ya había estado en Lanzarote (también de vacaciones) y a la vez había
corrido la Ultra Maratón
Haria Extreme y por eso como me había quedado tan buen sabor de boca después de
disputar dicha prueba, mi propósito era volver al año siguiente a correr otra
carrera en Canarias y con tal motivo nos íbamos de vacaciones otra vez toda la
familia.
Entonces
me puse manos a la obra y empecé a buscar en el calendario pruebas que se
disputasen en Canarias y entonces encontré la TRANSVULCANIA , que
era una carrera que podía entrar dentro de mis posibilidades por los kms que
tenía, pues no tenía muchos más que la prueba que había corrido en Lanzarote,
así que me dije “esa va a ser mi carrera el año que viene (2015)”; eso si,
después de haber leído mucho y mucho de ella, estudiármela a fondo, leer y
escuchar muchos comentarios sobre dicha carrera. A partir de ahí empieza a
buscar la manera de inscribirme (lo antes posible) pues ya llevaba desde junio
las inscripciones abiertas y ya no me quería quedar fuera.
No
os podéis imaginar cual era mi ansia por disputar la TRANSVULCANIA , ya
que me inscribí sin tener ni vuelos ni
alojamiento ( y sobre todo si me iban a dar las vacaciones en el trabajo
durante esa fecha), pero yo estaba convencido de que tenía que correrla y la iba
a correr, pues no deseaba otra cosa, ya mi cabeza solo pensaba en el 9 de mayo
y por eso tenía que buscar por todos los medios la manera de poder estar en el
Faro de Fuencaliente (lugar de salida).
Ese
mes de diciembre fue bastante ajetreado pues entre empezar a hilvanar todos los
preparativos, que aunque quedaban 6 meses, no quería dejar ningún cabo suelto
por que 6 meses pasan rápido como así fue, también empezar a entrenar, pues
llevaba desde la última carrera en Lanzarote parado sin hacer nada.
Y
ese mes fue cuando también conocí a mis compañeros del Coutadas, que sin
dudarlo me abrieron las puertas para poder formar parte de su familia, y que
fueron parte fundamental en mi preparación para la TRANSVULCANIA
(Gracias chicos).
Los
meses previos ya os imagináis, entrenamiento y más entrenamiento, una carrera y
otra carrera todo a base de llegar lo mejor posible a esa fecha, sacrificando
mucho tiempo libre y lo peor de todo “quitándoselo”, pero desde el principio
ellos me animaban y yo sabía que como dice el refrán (el que algo quiere algo
le cuesta).
Ya
con todos los preparativos hechos y a falta de una semana para la carrera
decido correr la Ultra
do Barbanza, como último test antes de la prueba y así también probarme, esa
carrera me valió de mucho, pues al acabarla me dije a mi mismo que si había
podido acabar esa carrera iba a poder acabar la TRANSVULCANIA.
Una
vez en la isla ya se puede divisar sus altas montañas sus altas montañas con
sus grandes acantilados, zonas verdes con zonas volcánicas. Un gran contraste
que no deja indiferente a nadie; por algo la llaman la “isla bonita” y no es
para menos.
Llegamos el miércoles al mediodía y nos instalamos en el Hotel La Palma Princess , que es el hotel oficial de la prueba y en el cual se van a alojar todos los top que acuden a la carrera.
La verdad que rodearte en medio de esa gente es impresionante, pues al
contrario que otros deportistas de élite, son gente muy sencilla y amable.
Os
podría decir un sin fin de nombres que allí estaban pero no acabaría, aunque
entre otros estaban Dakota, Timothy,
los hermanos Heras, Carlos Sá, Pablo
Villa, Manuel Merillas, Azara, Cristofer Clement,
la peque Leire, Emelie
Fosberg, y así muchos más, eso sí, sin olvidarme del gran Depa que es un
monstruo y a un transvulcanero como Albert Jorquera, que no la corría pero iba
acompañando al equipo Salomón.
Por cierto, sobre Luis Alberto Hernando, me comentaron
que llegó al hotel el día antes de la carrera a las 22:30, se fue al comedor,
comió un plato de pasta, dos cervezas y se fue a dormir, que al día siguiente
tenía que correr (que figura).
El
jueves por la mañana un compañero (amigo) y yo, decidimos ir a hacer la primera
parte de la carrera desde el Faro de Fuencaliente hasta el pueblo de Los
Canarios para una primera toma de contacto con el terreno y a la vez activar un
poco las piernas. Son 7 kms pero todo en subida por senderos estrechos y con un
terreno muy arenoso, lo cual me hace pensar que el día de la carrera hay que
salir con calma.
Por
la tarde me desplazo a los Llanos para recoger los dorsales (mi peque también
iba a correr la transvulcania kids) y alrededor de la feria del corredor se
respira un ambiente único, un ambiente de fiesta y animación todo en relación a
la carrera, es un ir y venir de gente (corredores) y todos disfrutando de esa
fiesta con actuaciones, bailes, juegos e hinchables para los más pequeños,
¡toda una fiesta!.
El
viernes otra vez con mi amigo decidimos por la mañana salir a rodar un poco por
asfalto y una distancia de 6 kms muy suave para preparar las piernas para el
día siguiente (gran día).
Esa
noche como las noches anteriores, decido hacer lo mismo sin variar nada (lo
único la cena a base de pasta) y poco más, pues al día siguiente íbamos a
desayunar a las 2:30 h de la mañana.
Me
acuesto a las 23:00 h como todos los días anteriores aún sabiendo que iba a
tener que madrugar mucho, pero sabía que los nervios no me iban a dejar dormir
más y por eso decido no acostarme antes. Os puedo asegurar que esas 3 horitas
que dormía me supieron a gloria, como si hubiese dormido toda la noche.
EL
GRAN DÍA LLEGÓ
Me
levanto a las 2:15 de la mañana, me doy una pequeña ducha y empiezo a vestirme
toda la ropa que ya había dejado preparada minuciosamente el día anterior, para
tener todo preparado y no tener ningún contratiempo, para tampoco molestar a mi
mujer e hijo que a esas horas están durmiendo.
Una
vez preparado, entro en la habitación, le doy un beso a mi mujer (que me desea
toda la suerte del mundo y que lo disfrute) y otro a mi hijo, el cual duerme
placidamente ajeno a lo que va a hacer papá. Me dirijo al comedor que ya abrió
a las 2:30h para los desayunos y me pongo a desayunar. Hago un desayuno
bastante fuerte, pues hasta las 6 no empieza la carrera y hasta el km 24 no hay
avituallamiento sólido. Me hago con un par de plátanos y un puñado de frutos
secos para meter en la mochila y me dirijo a la entrada del hotel donde a las
3:30 h nos vienen a recoger los buses para llevarnos al Faro.
La
distancia desde el hotel no es muy larga, solamente 8 km , pero por problemas de
logística (el sitio no es demasiado grande y el acceso no es demasiado fácil),
pues hay que darse cuenta que íbamos a ser 1800 corredores del Ultra, más los
de la media maratón que salían una hora más tarde que nosotros (7 de la
mañana).
Llegamos
al faro hacia las 3:45 horas(fuimos los primeros en llegar), hacía bastante
aire, por lo cual nos tuvimos que resguardar en un lateral del faro mientras
seguían llegando más autobuses y con ellos más y más corredores.
Durante
esas 2 horas y pico que se presumía angustiosas, la vedad que se pasaron
bastante rápido, pues a la vez que cambiabas impresiones sobre la carrera con
otros corredores, ya te mandaban pasar por el control de chip y a las 5 empezó
a amenizarnos la espera el gran Depa con su inconfundible voz, entrevistando a
los top y con gran variedad de música, entre ellas la canción de la TRANSVULCANIA mientras
el reloj enfocado en aquella pared apuraba sus últimos minutos rápidamente.
Cuando
eran las 5:55 h ya se masticaba más tensión y nerviosismo en el ambiente, todos
estábamos deseando que llegara la gran hora y a la vez poder escuchar el grito
de Depa con el 3,2,1 Vaaaaaamoooooossss. Ese momento fue único, en dos palabras
IMPRE-SIONANTE (no se me olvidará nunca), y mientras lo estoy contando se me
pone la piel de gallina.
Nos
pusimos en marcha y no os podéis imaginar que estampa más bonita, ver toda esa
serpiente de luz subiendo por aquella montaña (digno de ver), una de tantas
cosas bonitas durante la carrera, si no la que más. El sendero era estrecho y
la gente quería pasar por donde fuera (por los laterales, subían por las
piedras) realmente una auténtica pasada, yo creo que no eran conscientes de que
teníamos muchas horas y muchos kms por delante. Pero yo creo que al final la
carrera pone a cada uno en su sitio (como así pasará después).
Cuando
llegamos al pueblo de Los Canarios, en el km 7 y en el que estaba el primer
avituallamiento, quedé impresionado, pues eran poco más de las 7 de la mañana y
el pueblo entero se había echado a las calles, parecía que ya era la llegada de
la carrera con gran multitud de gente animando sin parar y ahí me di cuenta de
lo valioso de la carrera, pues esa gente estaba volcada a ambos lados de la
calle por las cuales sólo podíamos pasar de a uno (como si estuvieramos en el
Tour de Francia), otra de las imágenes para recordar siempre, pues te hacían
sentir como si fueras el que ibas de primero.
En
el avituallamiento me paro como 5 minutos a beber y a disfrutar de aquel
ambiente que se estaba viviendo y que me estaba cargando de fuerzas para poder afrontar
todo lo que me pudiera venir después. Después de mi primera parada empieza la
marcha cargada de ánimos y mucha ilusión que me había transmitido toda aquella
gente y empiezo a subir más escaleras en los más alto del pueblo que nos
llevaría a adentrarnos otra vez en otro sendero, ya camino de Las Deseadas km
17, donde encontraríamos el siguiente avituallamiento y donde llegaría con casi
3 horas de carrera y en constante subida desde Los Canarios, lo peor de todo
ese primer tramo de la carrera desde la salida era el abundante polvo que
reinaba en el ambiente y por lo que yo había decidido salir con un buff mojado
para poder prevenir futuros imprevistos, como dolores de estómago o sequedad en
la garganta entre otros.
En
ese avituallamiento también sólo líquido, como en el de Los Canarios, intento
beber mucho y recuperar fuerzas por lo cual no reparo a la hora de parar
bastante tiempo, pues desde la salida a nivel del mar, en esos 17 km , habíamos subido hasta 1931 m +. Ya habiéndome
hidratado bien, comerme el último de los plátanos que había llevado, unos
frutos secos y haber bajado un poco las pulsaciones, decido emprender la marcha
hacía el Refugio del Pilar, que sería el tercer avituallamiento en el km 24.
Empezamos
por un ligero llaneo por zona de arboleda y después de unos cuantos kms
empezamos una ligera bajada hacia El Pilar, de unos 3 o 4 kms, y cuando me
faltaba como 1 km
para el avituallamiento, me pasó veloz como un rayo en plena bajada (que es mi
terreno favorito) Azara, que venía disputando el primer puesto femenino de la
media maratón, e intenté seguirla, pero unos cuantos metros más adelante la
cabeza me dijo, “Nando, que a ti aún te quedan 50 kms más y ella ya va a
acabar”, con lo cual volví al ritmo que llevaba, que ya era bastante bueno. Una
bajada que me vino genial para recuperar algún puesto perdido durante la subida
hasta Las Deseadas.
Ya
en el avituallamiento de El Pilar, donde llegué con 3:51 h, me paré mucho más
tiempo pues era el primero con sólidos y me comí una barrita, mucha fruta, un
pastelito y como no, gominotas, aparte de beber bastante como me había
aconsejado mi amigo Albert Jorquera.
Una
vez acabado, me pongo en marcha, subimos como 200 m por una carretera y
giramos a la izquierda por una pista ancha y muy horrible, la única durante la
carrera de no muchos kms, aunque en ligero ascenso hasta el avituallamiento del
Reventón en el km 32, donde vuelvo a parar como unos 10 minutos para comer y
beber bien, pues sabía que después de eso volvía otra parte de la carrera
bastante durilla hasta el pico de la cruz en el km 44, por el que íbamos a
pasar por zonas muy secas y descubiertas y a esas horas ya iba hacer mucho
calor, por lo que había que ir bien preparados.
Ya
subiendo para el Pico de la Cruz ,
me encuentro con unas vistas impresionantes, con un recorrido precioso, pasando
por zonas boscosas, por acantilados, barrancos y bordeando cráteres de
volcanes. Qué decir de las vistas que nos íbamos encontrando, por las que en
momentos estabas por encima de las nubes y en otras podías divisar otras islas
como Hierro, Gomera y algo de Tenerife (algo único). Yo os lo cuento pero
realmente hay que vivirlo para disfrutarlo.
Ya
en esa subida me paro a observar y un francés empieza a sacarse fotos, por lo
que decido sacar también mi móvil y pedirle por favor que me sacara alguna foto
como después hice yo con él.
En
plena subida al Pico de la Cruz
ya se empiezan a ver los primeros síntomas de cansancio y deshidratación en la
gente, pues unido al calor que hacía, se juntaba que el avituallamiento no daba
llegado y la gente lo iba pasando mal. Yo seguía haciendo mi carrera, en lo
personal intentando ser inteligente y correr cuando se podía correr y andar
cuando había que andar, siempre dosificarme al máximo.
Era
un día de muchísimo calor y yo seguía los consejos de Albert, que me recomendó
por activa y por pasiva que comiera y bebiera mucho, pues iba a ser fundamental
en el devenir de la carrera. Y así lo llevaba a cabo en todos y cada uno de los
avituallamientos, a la vez que intentaba relajarme y recuperar fuerzas para
volver a correr.
Llego
al Pico de la Cruz
situado en el km 44 más o menos (aunque por el reloj da 47 o 48 casi) con 7:34
h y lo mejor que con muy buenas sensaciones, muy bien de piernas y mientras estoy
bebiendo y comiendo pienso que ya me queda poco para coronar el punto más alto,
que es el Roque de los Muchachos, y que posiblemente allí me esté esperando mi
familia. Los 5 o 6 kms que me faltan hasta el Roque son muy duros, con grandes
pendientes, pues no nos olvidamos que es el punto más alto de la carrera con
casi 2500 m
de altitud.
Poco
a poco voy subiendo, pensando en lo que me puede estar esperando arriba y
viendo gente sin fuerzas sentados a los lados del camino intentando
recuperarlas para afrontar tan dura subida y también desafiar el calor que
estaba haciendo en esos momentos, pues debían ser las 15 h casi.
Cuando
me faltan ya muy poquitos metros para coronar el alto, entre muchas voces
escucho una voz que dice “vamos papá que tú puedes”, levanto la cabeza y veo a
mi mujer diciéndoselo a mi hijo para que me animara a acabar la subida.
Una
vez arriba los agarro y les doy un beso como si hiciera 2 años que no les
viese, pues para mi verlos allí era como ver a dos ángeles en el fin del mundo
y para mí significaba mucho para poder acabar la carrera sabiendo aún todo lo
que me quedaba, que no era poco, como unos 23 km y después de llevar
8:34 h desde que había empezado.
En
el avituallamiento bebo, cambio el líquido de mi bolsa de hidratación, que parecía
caldo, pero ya no soy capaz de comer nada, pues los geles que me fui tomando ya
me tenían el estómago medio delicado. Algún que otro trozo de fruta es lo único
que ya podía ingerir de sólidos. Después de estar un rato largo en el
avituallamiento con mi familia, decido seguir la marcha (lo mejor que me pudo
pasar fue encontrarme a mi familia), fue todo un subidón y más sabiendo todo el
esfuerzo que tuvieron que hacer para llegar hasta allí. GRACIAS, OS QUIERO.
Sabía
que del Roque a Tazacorte iban a ser 18 km en bajada, de 2500 m de altitud hasta el
nivel del mar y sobre todo una bajada muy técnica en muchas partes y las
piernas traían 50 km
encima, pero yo tenía piernas pues las había sabido gestionar muy bien, y por
lo tanto en la bajada iba a intentar lanzarme.
Al
principio de la bajada no hubo problema, iba con el guión establecido, pero
llegamos a una zona muy técnica de piedra y ahí la rodilla me empezó a avisar
de que estaba sufriendo, por lo cual decido hacer parte de esa bajada andando,
pues aún quedaban como 12 km
de bajada y no quería sufrir ningún percance, cuando veía alguna zona horrible,
intentaba correr, pero si la veía complicada me echaba a andar, hasta llegar al
penúltimo avituallamiento del Time en el km 61 y con más de 10 horas en las piernas.
Ahí
me refresco mucho con agua por la cabeza, me hidrato bien, me siento en un muro
a descansar y darle un respiro a la rodilla maltrecha. Después de unos 10 ó 15 minutos decido emprender la marcha de
camino a Tazacorte, pero aún me quedaban como 7 km de bajada. El descanso le
vino bien a mi rodilla y afronto la bajada con decisión y valentía, intentando
que se acabara esa tortuosa bajada y así poder llegar al Puerto de Tazacorte.
Llego
a un punto en el que encuentro más vistas impresionantes, desde donde se puede
ver el Puerto de Tazacorte y Los Llanos (final de la carrera).
Unas
vistas maravillosas y por lo tanto decido sacar el móvil para sacar una foto,
precisamente en ese momento está pasando una chica caminando por el camino
hacia arriba y le pregunto si me puede ella sacar la foto a lo que se presta
muy amablemente, con la desgracia de que
cuando le doy el móvil mío no funciona y ella se presta sin dudarlo a sacarme
una foto con su móvil y a enviármela después. Un encanto de chica.
Una
vez sacadas las fotos me despido de la chica y vuelvo a ponerme a correr sin
antes despedirme y agradecerle mil veces el detalle que había tenido conmigo.
En
esa bajada empiezo a sentirme bien de la rodilla y adelanto a bastantes
compañeros que iban casi frenados por
que las articulaciones y sobre todo los cuadriceps estaban a punto de reventar.
Yo
me crezco y me vengo arriba, pues veo que la gente va igual o peor que yo,
y eso me anima a darle más. El último
tramo de bajada es por donde se hace el km vertical y desde allí ya se divisa
el puerto.
Al
acabar la bajada entro en el Puerto de Tazacorte en pleno paseo donde estaba ubicado el último
avituallamiento, al igual que en todos
los sitios, estaba lleno de gente animando sin cesar a todos los que allí íbamos
llegando muy dispersos ya, pero la gente no se movía esperando a que llegaran
más valientes para poder animarles. En Tazacorte y con un tiempo de 11:13 h de
carrera me siento en una silla mientras me sirven bebida y como un par de
trozos de sandía (que era lo que más me apetecía) y me refrescan la cabeza.
Estoy
como 10 min viendo el reloj y pienso que faltándome solamente 5 km puedo acabar
la carrera en menos de 12 horas, que era una de la ideas que tenía antes de
empezar la carrera y estaba a punto de conseguir, por lo que me motivé para hacerlo
y pensaba “no me queda nada”, por lo que arranqué.
Corríamos
un poco por el paseo después de pasar por unas duchas que nos tenían preparadas
debajo de una carpa y con la misma nos desviaban hacia la playa por donde
enfilábamos la subida a Los Llanos por el Barranco de Las Angustias, que es
como un desfiladero el cual nos llevaba a las empedradas subidas hacia la meta
en Los Llanos.
Como
bien os contaba antes yo llevaba una carrera muy inteligente y como podréis ver,
durante la carrera fui de menos a más intentando escalar algún puesto y lo iba
consiguiendo gracias a todo lo que os fui contando, pero cuando empecé a subir
por aquellas calles empedradas y a falta de poco más de 2 kms, llevé a cabo uno
de los VALORES más importantes y bonitos que existe en este deporte, y que no
es otro que el compañerismo por encima de todo y de todos, y del cual me siento
muy orgulloso y emocionado al poder contarlo (se me están poniendo los ojos
llorosos) y realmente no es para menos.
En
ese momento, en el km 71 ya, me encuentro a mi amigo en plena subida con los
ojos en blanco, pálido como la leche y en estado de desorientación, un poema el
cuadro que me encontré en ese momento.
Yo
al verlo así me asusté, pues el pobre no articulaba palabra y lo único que
sabía decirme era que no iba poder acabar la carrera (una carrera que yo sabía
que le hacía mucha ilusión y que llevaba mucho tiempo preparándola).
Mi
primera reacción al verla fue sacar el móvil para llamar a emergencias para que
vinieran a buscarlos, pero el teléfono no me funcionaba y el suyo estaba sin
batería, por lo que mientras él estaba allí sentado, empecé a pensar que era
una pena que a falta de tan poca distancia no la pudiera acabar y más cuando los demás compañeros que pasaban
por nuestro lado le animaban a que no se rindiera e intentara acabar la
carrera.
En
ese momento me armé de valor y fuerza (que en ese momento ya no tenía muchas) y
me dije, “Nando, hay que ayudarle a acabarla (aunque tardemos 2 horas más en
llegar) pero por mis……. que iba a acabar”. Le cogí la mochila, me la eché a la
espalda, lo levanté y le dije “venga, vamos, que la vamos a acabar”, y así lo
agarré por la espalda y empecé a tirar de él ayudándolo a subir toda aquella pendiente que nos
quedaba por delante, mientras los demás compañeros nos animaban cuando pasaba a
nuestro lado y nos ofrecían todo tipo de alimento y bebida.
Cuando
ya estábamos llegando arriba a falta de unos 500 m, vino un señor a ayudarme a
subirlo hasta arriba donde fuera de una casa había una gente ofreciendo bebidas
y refrescando a los corredores con una manguera. Al llegar allí lo sentamos un
rato en una silla y le dieron agua para beber, al tiempo que le refrescaba la
nuca, mientras nos decían que ya estaba acabado y que sólo nos faltaba poco más
de 1 km por una avenida y todo llano.
Así
que cuando él estuvo un poco recuperado emprendimos la marcha muy poquito a
poco, intentando llegar a la avenida y así poder finalizar la carrera.
Cruzábamos
esa avenida como si fuéramos el ganador del Tour cuando van por los Parques
Eliseos con la gente en las terrazas animando y ofreciéndonos de todo,
llamándonos por nuestro nombre escrito en el dorsal, con los niños agolpados a
ambos lados para que les chocáramos las
manos. Una entrada maravillosamente genial, impensable en cualquier otra
carrera de aquí.
A
falta de 500 metros mi amigo me pidió su mochila, se la puso y me dijo que
teníamos que entrar corriendo por toda esa gente que nos estaba animando y por
su mujer que lo estaba esperando en la línea de meta.
Nos
pusimos a correr muy despacito y así paso a paso, metro a metro, llegamos al
arco de meta agarrados de la mano, como dos almas en una, en medio de la
ovación reinante y con los ojos
vidriosos (yo unos metros antes había cogido a mi niño en brazos para entrar los tres en meta).Algo
indescriptible la emoción sentida en ese momento álgido.
Al
llegar, a mi amigo lo llevaron a una carpa de la
Cruz Roja y tuvieron que ponerle una vía
para meterle suero, pues tenía deshidratación extrema. Por eso era tan
importante la hidratación, y no fue el único.
Yo
creo que hice lo que debía (y lo que me gustaría que hicieran por mí) aún
sacrificando mis objetivos, por ayudar a un compañero, por eso me siento
igualmente ganador, pues el ayudar a alguien en ese estado a acabar esa carrera
no hay medallas ni trofeos que lo paguen.
SOMOS
FINISHER
Muchas
gracias a todos los palmeros SOIS GRANDES!!!!!
Y
no quiero olvidarme de agradecer a mi mujer e hijo por ayudarme, apoyarme y
seguirme en todas estas mis locuras.
OS
QUIERO
Agradecer
también a Javier, Director del Hotel La Palma Princesa su amabilidad y
cordialidad.
1 comentarios:
no tengo palabras impresionante me emociono leyendolo GRANDE NANDO.
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