domingo, 15 de noviembre de 2015

Crónica de un debut. Por Robez

Para todo hay una primera vez.
Crónica de un debut.

Capítulo 1. Maldita fascitis

Siete meses peleado con una maldita, dolorosa, pertinaz y paralizante fascitis plantar. Tratamientos, paciencia, impaciencia.. pero sobre todo cancelación de planes, 4 Picos, Courel, además de VigBay, media maratón de Londres, Maratona de Porto estaban entre las carreras a las que ya estaba inscrito cuando en febrero me rompí, cuando además gozaba de la mejor forma física de mi vida. Siete meses donde pierdes fondo, fuerza e ilusión y ganas un montón de dudas y otro montón de kilos.

Capítulo 2. Coutadas TT

En este impás me reencontré con Gerar, ese Coutadas siempre sonriente y amable que me proponía una y otra vez entrenar con él en el monte cuando me recuperase. La verdad es que estos ofrecimientos aliviaban bastante la perspectiva del lesionado, aportando una dosis de ilusión que le venían bien a la cabeza.

Y el momento llegó, cuando me sentí recuperado poco a poco empecé a correr y caminar un poco, alternativamente, pesado, ahogado, desesperado por encontrar la forma perdida y Gerardo empezó a llevarme con él a correr por la semana con la lengua fuera y al monte los domingos... con el corazón fuera.

“A las 8 en la iglesia de Coruxo, se puntual”. En estas salidas de domingo es donde conocí a Chema Carpintero, Chemita, Estivel, Luis, Josiño, Manu, René, Esteban y Juan que llevaron al extremo la norma del club de esperar siempre al último, al rezagado, al que impotente trataba de perder la menor cantidad de metros posibles en cada cuesta, hiperventilando hasta el ahogo, al novato de trialeras y cortafuegos, al remora que en cada salida lo era un poco menos. A todos vosotros mil gracias porque sin esa paciencia estoy seguro que nunca me hubiera enganchado a esto.

Capitulo 3. El debut!! Trail de Arcos (Ponteareas)




Una vez oficializada mi entrada en el club de la naranja mecánica del trail decidí que era hora de probar una carrera, ambiente, ritmos... qué hacer delante de una mesa llena de comida en el km 19, como rodar cuando vas absolutamente solo... sensaciones que solo puedes tener en competición.

Elegí el trail de Ponteareas por ser una distancia que creía que podía asumir y un desnivel no muy exagerado, 27k y 1800m anunciados que al final resultaron 25k y 1211m. Además la Picaraña tiene bastante simbolismo en mi familia por las historias que mi abuela Balbina nos contaba de sus aventuras infantiles entre sus árboles.






La carrera me pareció muy bonita, fantásticamente bien señalizada y organizada, dura para mi en su tramo final pero con muchos tipos diferentes de terreno y pistas que la hicieron muy divertida.

Me puse la camiseta naranja que me trajo Rubén, conocí a Marga, a María y a su padre, Jose Ángel, y me dispuse a salir con una idea clara, hacer un Gerardo a la inversa, salir a ritmo tranquilo y después ver que iba pasando. No se si uno debe sentir nervios en un momento así pero la verdad es que estaba muy tranquilo y relajado.

En cuanto salimos me acoplé a Marga durante las primeras rampas y allí fui hasta que en un par de llanos donde me encontré cómodo me fui por delante en busca de Jose Ángel. Lo encontré en el primer avituallamiento del km 4, en el que ni paré a beber, y allá que nos fuimos juntos durante un buen trecho de carrera. El ritmo con él era vivo y alegre, corríamos mas que caminábamos en las subidas y volábamos, a nuestro ritmo de volar claro, en las pistas llanas.

En este tiempo juntos pasó una cosa divertida, de pronto Jose Ángel explosionó y me dijo “vamos” y allá que fuimos a por los que teníamos delante. Los pescamos en un tramo donde hacíamos zigzag sobre un riachuelo de orilla a orilla entre vegetación muy baja y molesta y tratando de no perder el equilibrio sobre los pasillos de barro de las orillas aunque yo no paraba de resbalar (nota mental: pedir a los Reyes Magos unas zapas más técnicas, mis NB Leadville no sirven para este tipo de trail) y de pronto Jose Ángel apareció a todo gas corriendo a lo largo del río.. dentro de el!, y gritándonos “vamoooos, que el agua es para pisar!!”, los demás pusieron los ojos como platos.


A partir del km 7-8, como me pasa siempre, empecé a carburar, musculatura caliente, corazón en marcha y a sentirme cómodo. Estaba disfrutando mucho e iba bien, a mi ritmo, siguiendo el plan de no forzar.

Llegamos al primer avituallamiento sólido en el castillo de Sobroso y allí estaba Estivel dándolo todo, animando y haciendo fotos. Cuando llegamos a la valla de madera yo miraba a los lados buscando una “entrada” al avituallamiento y los voluntarios descojonados de la risa me dijeron “que hay que saltaaar!!” (pardillo).



Segunda pardillada... bebo agua, me como un trozo de naranja, pillo una típica rosquilla de masa hojaldrada y azúcar, la meto en la boca y me pongo a correr. Al margen de lo incómodo que es comer una rosquilla corriendo, se me hizo una pasta entre el paladar y la garganta... pero ya no tenía agua con que bajarla... estuve quince minutos con la pasta en la boca, haciéndola bajar a base de tragar saliva exageradamente.

Unos km mas adelante, después de una buena cantidad de bajadas bastante sueltas y subidas que hicimos caminando por cortafuegos pedregosos, Jose Ángel me dijo que me marchara y así hice, obediente que es uno.

A partir de ahí hice bastante recorrido en solitario. Salvo unos tramos antes de la última subida que hice con un chico de Coruxo, al que olvidé preguntar su nombre, y otro chico que me pasaba en las subidas y que bajaba con tanta precaución que lo dejaba muy atrás en las bajadas, no vi mas gente ni por delante ni por detrás, haciendo un montón de kilómetros en tierra de nadie.

El resto de la carrera hasta el penúltimo avituallamiento fue una sucesión de pistas anchas, caminos estrechos llenos de vegetación cerrada, subidas caminando, bajadas muy técnicas, me lo estaba pasando muy bien, sonriendo a las cámaras, saludando a los voluntarios y haciendo alguna broma.



Último avituallamiento sólido. Nada de rosquillas, por favor. Agua, un gel de cola y naranja. Estaba con el chico de Coruxo. “Os queda una subida dura, tomadlo con calma” nos decían moviendo la cabeza. Si la cosa ya acojonaba al verla dibujada en el perfil, subirla fue una salvajada para mi nivel. 3 kilómetros de subida non stop, primero con continuos toboganes rompepiernas de subidas caminando y bajadas empinadas de escasos 10m para volver a subir caminando, donde perdí a mi compañía, para al final subir la última ladera con rampas de 30-35%. Traté de concentrarme en caminar con un buen ritmo, apoyando las manos en las rodillas, pero había momentos en que mirar hacia arriba y ver lo que quedaba te minaba la moral. Pensé.. hay que hacerlo y punto.. pues vamos. Una vez llegas arriba, tras acabar subiendo 400m de carretera tan empinada como el monte, te espera el último avituallamiento líquido y no puedes hacer más que sonreír feliz ya que ahora todo es bajada y has terminado el calvario. Error.

En el final de la subida había conseguido alcanzar a un chico de camiseta verde fosforito que veía desde abajo todo el tiempo y pensé... ahora en la bajada me lo papo. Empezamos a bajar juntos y en una rampa de tierra me dejé deslizar (veo demasiados videos de Killian Jornet) y el gemelo izquierdo se quejó, amagando el calambre, solté una palabrota y el chico asustado me dijo “pasa, pasa tu” casi inmediatamente noté un apretón en el bíceps femoral y pensé en que la iba a cagar por 2km que faltaban así que aflojé la bajada y dejé que se fuera. Así hice los últimos cientos de metros, tratando de ir suave para no acalambrarme. Al enfilar la última bajada por la carretera escuché las voces de María y Estível gritando mi nombre y haciéndome fotos al pasar. La sonrisa me delataba, estaba feliz de haber terminado y de habérmelo pasado tan bien a pesar de lo duros que se me hicieron los últimos 6km.

Acabé a más de una hora del primero. Pude haberlo hecho mejor? Seguro. Me faltan cientos de kilómetros y horas de entrenamiento y competición, mejorar en las subidas, trabajar la fuerza, aprender...

Yo ya lo imaginaba, pero el ambiente de estas carreras nada tiene que ver con el de las de asfalto. Hay más camaradería antes y después y mas empatía con los que te rodean mientras corres. Me ha gustado mucho el ambiente posterior a la competición y las charlas amistosas con los corredores que en algún momento coincidieron conmigo en carrera. Y, sobre todo, me ha encantado conocer a Marga (dan ganas de achucharla), María, Jose Angel y Rubén.



Ya soy un Coutadas, el más novato, el peor corredor de montaña, pero el que aparece cada domingo a las 8 en la iglesia con su gorra naranja, ilusión y ganas. Allí nos vemos!

Robez


0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Design by Free blogger Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | GreenGeeks Review