No sé qué tiene de mágico este deporte que cuanto más duro
me golpea, más me engancha y empuja a continuar...
El jueves de la semana pasada me pasé por el súper para
desear suerte a mi amigo, y ahora ya compañero de equipo, Nandiño. Enseguida me
ofreció el dorsal de su mujer para correr la carrera, y algo se
activó en mí automáticamente y mi
respuesta fué sí.
El día amenazaba lluvia y viento y lo cumplió. En el coche
Nando me ofreció una de las camisetas del equipo, me la puse y fuimos a la
salida. El arco se revelaba contra todos los que lo sujetaban, los
participantes estábamos todos a refugio bajo los balcones de unas casas, pero igualmente se
dio la salida. Me planteé la carrera como todas las que he hecho hasta el
momento...con calma y de menos a más.
En la primera vuelta al pueblo iba situado en el grupo de
atrás y llegamos a un paseo de madera. Mis zapas, que ya me habían avisado de su
desgaste en Serra d'Arga, confirmaron sus amenazas y empecé a patinar como un descosido, por lo que tuve que parar y
hacer un tramo andando.
De ahí salimos al primer tramo de río en subida...continuaba
lloviendo y el suelo estaba muy embarrado...mis zapatillas y mi mente habían
perdido el control porque en mi interior se había activado algo nuevo y
desconocido para mí que me hacía tirar hacia arriba con fuerza a pesar de los
resbalones...y de ahí surgieron las dos primeras caídas. ..la carrera se
confirmaba muy dura y mis muslos se quejaban de tener que esquivar y, en
ocasiones, saltar troncos atravesados en el camino, pero mantuve el ritmo y en un
desnivel patiné del todo y me caí arañándome la muñeca contra una pica...la
sangre brotó al momento diluyéndose con la lluvia, el escozor era intenso pero
despistaba a mi mente del cansancio.
Salimos del segundo tramo del río y continuamos la ascensión
al monte por pistas y cortafuegos...la naturaleza se mostraba grandiosa
recordándote lo pequeños que somos y la inmensa fuerza que tiene el viento, doblando
los árboles como si fueran palillos, haciéndolos silbar mientras avanzábamos
por la pista.
Los cambios de ritmo eran constantes por las deviaciones que
había en el camino, tanto subía como bajaba y entonces viví otra de las
experiencias nuevas que me regaló esta preciosa prueba...en mi afán por no
soltarme del grupo que llevaba delante, me descolgué del que tenía por detrás
y por primera vez me vi solo en una prueba, con la única referencia de las picas
de madera, así que continué concentrado en ella y apretando hasta que di con el último del grupo de delante. Lo perseguí a través de unos senderos de árboles
cerrado que, inmersos en la niebla que nos envolvía, se me antojaban
fantasmagóricos. Entre sus aullidos
avancé hasta hacer contacto visual con el chico que iba de negro, salimos de
allí a una pista y torció a la izquierda, yo le seguí pero al darme cuenta de que no había ninguna
pica en el camino me di cuenta de que me había perdido, así que le grité pero él no me escuchó y continuó hasta que se fundió con la niebla.
Retrocedí y contacté de nuevo con los cinco chicos del grupo que venía detrás de mi. Había perdido cinco posiciones,
aquello me activó todavía más y a pesar del cansancio apreté en la bajada como
Nando y Chema me habían enseñado, sin frenar, al fin y al cabo ya me había
caído tantas veces subiendo que nada supondría una más. ..aparqué el miedo y me
deslicé entre ellos, recuperando al final del tramo la posición...
Al fin llegamos al tramo de río para hacerlo a la inversa,
colgado de un grupo de cuatro por un sendero estrecho y resbaladizo. Pensé "te puedes caer...está muy embarrado" pero
sucedió algo muy curioso y nuevo para mí y me di cuenta de que por primera vez
no corría para mí, sino que llevaba la camiseta de un equipo, mi equipo... no
podía defraudar a nadie, me sentí en la obligación de al menos
intentarlo...aunque me cayera y no lo consiguiera...
Así que seguí detrás de aquel grupo y en la primera ocasión
que tuve, porque el sendero se abría un poco, adelante al
cuarto chico...los otros tres apretaron el ritmo, se escuchaba la música de la
meta...yo me resbalaba continuamente pero me agarraba a lo que podía y
continuaba...entonces fue cuando el tercero se paró... no aguantaba el ritmo!...no
lo dudé y lo pasé intentando pegarme al segundo...
Salimos por fin del río y entramos en un tramo de asfalto
que precedía a otro de adoquines...un cartel nos saludaba "17 kilómetros"..."está hecho!" gritó el que iba de primero...ahora nos lo jugamos todo...y comenzó a
esprintar. ..
Las piernas me ardían, nunca había apretado tanto en una
carrera pero sentía una fuerza en mi interior que me decía "a por él, no lo
dejes!!!" Y comencé a tirar...bajamos "a fuego" por aquella cuesta y conseguí
ponerme a la par del segundo, mientras una gran emoción me desbordaba la
garganta...apreté los dientes y di todo lo que me quedaba, pasé al primero a
unos cinco metros de meta. Cogí la camiseta y, como le había dicho a Nando, la
besé. Iba a abrir los brazos y fue cuando sentí que el que iba de primero me
estaba sujetando del brazo diciéndome... "pero que haces!!"...
Iba tan ciego que me zafé y entré en meta...
Después de unos segundos de recuperación no lo dudé. Me fui
a el DIRECTAMENTE y le pedí perdón y le abracé...El me correspondió y me
felicitó diciéndome..."cómo apretabas cabrón!!!
Me sentí genial, me sentí lleno de euforia, parte de algo,
sentí por primera vez que respiraba como un Coutadas más.
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