martes, 31 de mayo de 2016

V Ultra Trail Aldeas Do Caurel - por Isma

Este fin de semana tuvo lugar el mayor reto de mi vida deportiva: “mi primer ultratrail”, que tuvo lugar en el Caurel.

Con una distancia de 80 km y uno de los paisajes más bonitos que tenemos en Galicia, el viernes nos dirigimos hacia la aldea de Seoane do Caurel, en el que recogeríamos el dorsal y asistiríamos a la charla técnica. Después de darnos una vuelta por allí y saludar a viejos amigos nos fuimos al albergue para intentar cenar algo y descansar todo lo posible. En el Albergue nos encontramos con los demás componentes del equipo que ivan a participar en las distintas pruebas y comenzamos a intercambiar sensaciones y opiniones de lo que nos esperaba al día siguiente. Decir que para mi fue una semana de nervios y emoción ya que era algo que iba a vivir por primera vez.

El sábado 28 a las 5:00 de la mañana comenzamos la rutina de preparación para la carrera y para el día tan largo que nos esperaba. Después de un buen desayuno y de terminar de coger todo el material fuimos al Colegio de Seoane, lugar de la salida, decir que si en cualquier carrera tengo nervios en esta me temblaban hasta las pestañas, pero sólo hasta que se dio la salida que fue a las 7:00 de la mañana.


Comienza la carrera! Los primeros kilómetros avanzo junto con René y Esteban (compañeros del equipo) con los cuales iva a intentar realizar todo el Ultra, pero que al final cada uno haría su carrera. Comenzamos a correr al lado del río, una zona bastante chula pero que estaba muy embarrada y empezamos la primera subida en el km. 5 y, por lo que me dijeron mis compañeros, y después me daría cuenta no tenía nada que envidiar a lo que sería después la subida más fuerte de la carrera (Penaboa). Una vez conseguimos alcanzar el pico la bajada nos llevaría al primer avituallamiento en el km. 15 y llegamos a lo que para mi fue la parte más bonita de la carrera “O Val Das Mouras”, una zona con muchas piedras y musgo y con zonas en las que hay hasta cuevas y cavernas en las que en alguna de ellas había cascadas.


Van cayendo los kilómetros y cuando estamos a punto de llegar al segundo de los avituallamientos empiezo a comentarle a mis compañeros que el ritmo que estaban marcando era demasiado alto, con lo cual, antes de llegar a éste me quedaría sólo con Esteban ya que René tiraba demasiado fuerte. Paramos a comer algo y continuamos, pero yo empecé a notar que el ritmo de Esteban también le incomodaban a mis piernas, y que provocaría que también me quedara atrás.
Sobre el km. 25/26 empezaría mi sufrimiento más grande en la carrera ya que los calambres aparecieron para no dejarme correr, consigo llegar al siguiente de los avituallamientos sobre el km. 32 a duras penas, repongo algo de energía e intento que mi cuerpo me responda, pero una simple rampa se me hacía insufrible. Mientras continúo voy simplemente dando un paso detrás de otro, cuando me empiezan a invadir las dudas y mi cabeza y mi cuerpo quieren abandonar, por momentos no podía ni doblar las piernas y cuando prácticamente estaba convencido que en cuanto llegase al Colegio abandonaría me alcanza otro de mis compañeros de equipo, Rubén, el cual después de comentarle mi situación me salvó la vida dándome dos pastillas de sales que llevaba encima, me tomo una y mi cuerpo empieza a reaccionar y lo único que quiero es llegar al avituallamiento del colegio y decidir qué hago. Una vez allí como algo  (tazón de sopa caliente la cual me sienta muy bien) y voy al puesto de Cruz Roja ya que me había echo un corte bastante profundo en el dedo y que no dejaba de sangrar. Una vez me lo vendan decido coger los bastones y continuar la carrera sabiendo que lo que venía a continuación era lo más duro. La primera, una rampa muy pronunciada que sería el preludio a la subida a Penaboa,
cima de las más fuertes que he hecho. Una vez arriba y después de darme cuenta de que las piernas seguían respondiendo y no aparecían de nuevo los calambres comienza otra zona dura, ya que la bajada empedrada (pizarra) duraría unos 5/6 km. y dejaría las piernas rotas. Una vez abajo y dándonos cuenta de que los avituallamientos no estaban en los kilómetros que se indicaban comenzamos una nueva subida, zona (como toda la carrera) llena de pizarra y restos de ramas mal cortadas que te dejaban recuerdos en las piernas. Ya al límite del líquido que me quedaba en la mochila ya que era una zona muy exigente llegamos al avituallamiento que marcaba en el km. 63 pero que estaba más lejos. Vuelvo a comer algo y me viene a la cabeza los momentos en los que quise abandonar pero que no hice porque le eché un par de huevos. Continuamos bastante rato por una zona de campos, bosque y unos senderos otra vez de pizarra con algún tramo de carretera, después de alguna subida que aunque no era exigente con tantos kilómetros en las piernas se hacía interminable. Enganchábamos bajadas entre el bosque por zonas de tierra que no te dejaban correr ya que resbalaba mucho. Los corredores que íbamos juntos en ese momento nos comentábamos unos a otros las ganas que teníamos ya de terminar, y que después de muchos kilómetros adelantándonos unos a otros continuamente llegaría al último de los avituallamientos, que tampoco se encontraba donde se indicaba, y en el cual me encontré con más compañeros de mi equipo (María y sus padres) que a pesar de lo que creíamos nos dijeron que nos seguían quedando 10 km. y eso que el gps marcaba km. 75.

 

Ya os digo que aunque jode en ese momento te dices para ti mismo que esos 10 km. los haces aunque sea arrastras. Con dolor en las piernas pero con ganas de acabar, continúo incluso corriendo cómodo. Voy haciendo los últimos kilómetros y adelantando algún que otro corredor pensando que es lo que voy a hacer cuando entre en meta. Alcanzo la carretera y veo el cartel de Seoane, sé que el colegio está cerca y comienzo a oír a la gente gritar y aplaudir y que 50 metros antes de la meta María y su novio me felicitan y me sacan alguna que otra foto. Me aproximo a la llegada y lo que primero hago  es meterme el dedo en la boca para dedicárselo a mi futura hija y cuando cruzo la meta no puedo aguantar las lágrimas... había terminado mi primer Ultra.

 


Dar las gracias a Mónica, a la cual conocí el viernes, amiga de mis compañeros de equipo, ya que estuvo en cada uno de los avituallamientos animándonos y ayudándonos en todo lo que podía (rellenar agua en las botellas, etc etc), dar las gracias a mis compañeros y amigos por todo el apoyo y deciros a todos que una prueba de estas características es realmente dura pero de verdad merece la pena.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Enhorabuena buena campeón!!!!
Muy buena dedicatoria....

Unknown dijo...

Enhorabuena buena campeón!!!!
Muy buena dedicatoria....

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